Siempre me ha gustado el sexo, pero nunca pensé que sentiría como la necesidad de ampliar los horizontes más allá de mi marido.
Llevamos 15 años casados, y el sexo se ha convertido en algo rutinario. Es placentero, pero me apetecía probar cosas nuevas con él, así que le propuse un trío. En un principio él me dijo que no, pero luego me dijo que si era con una mujer sí, con un hombre no.
No se si me iba a ver capaz, tampoco sabía muy bien cómo íbamos a hacer las cosas, pero si de algo estaba segura era de que quería probarlo.
Cuando te propones estas cosas no sabes a quién acudir, así que Internet nos abrió las puertas. Encontramos varios anuncios y aplicaciones dónde la gente se ofrece para hacer tríos. Así que me puse a elegir la candidata entre algunas chicas que llamaron mi atención. Empecé a charlar con ellas y hubo una que me llamó la atención, morena, 1.80, ojos verdes y sexóloga.
La chica me explicó que ella se ofrecía porque le gustaba el sexo, y si puede aportar esa chispa durante la relación sexual en un matrimonio que parece que esté apagado, ella se da por satisfecha. Tras unas semanas de hablar, tenía yo más ganas que mi marido de poder acostarme con ella. Nuestras conversaciones eran bastante calientes. Me sentía avergonzada, no sabía que yo fuese así de pícara.
Decidimos invitarla a nuestra casa y cenar allí los tres, para que no fuese tan frío de ir directamente a la cama.
Cuando llegó, llevaba un vestido rojo con escote y la espalda al aire. Unos taconazos de infarto y se podía apreciar que venía preparada para la ocasión. Yo me había puesto un vestido un poco menos sexy que el de ella, pero fue verla y ya me estaba sobrando la ropa. Mi marido fue el primero en acercarse a ella y traernos una copa de vino para poder relajarnos.
Durante la cena estuvimos cómodos, pero mientras cenábamos ella propuso jugar a un juego,nos dijo que nos fuéramos al baño y nos quitáramos la parte inferior de nuestra ropa interior. accedí porque el juego me estaba excitando de solo pensarlo. Mientras estábamos a mitad cena de repente noto una mano que acaricia mis piernas suavemente. Al principio me sobresalto, pero al ver que es ella me sube un calor que recorre todo mi cuerpo. Veo que al mismo tiempo que me toca a mi las piernas, le toca a mi marido el paquete con movimientos suaves, haciendo que en menos de un segundo su pene esté erecto.
Noto como mi cuerpo se va activando y cada vez tengo más ganas de que su mano suba directamente a mi clítoris, pero ella ralentiza el momento. De repente se levanta y deja caer su vestido, debajo lleva un conjunto precioso de ropa interior negro.
Se sienta encima de mi, mirándome fijamente mientras no para de moverse de forma sensual, se va acercando a mi boca poco a poco hasta que me besa. Le sigo el beso de forma apasionada y la acerco cada vez más a mi. Deseo con todas mis fuerzas que me toque y estalle este placer que estoy sintiendo sólo con tenerla ahí. Es aquí cuando ella llama a mi marido para que entre al juego con nosotras, ella le baja el pantalón sutílmente para dejar el miembro a la vista. Le pone un preservativo y empieza a lamer suavemente, mientras me coge a mí para que me acerque.
Me vine arriba y me acerqué a ella. Empecé a estimular su clítoris con mi lengua, de arriba a abajo sin dejarme ni un rincón. Gemía y eso me excitaba muchísimo, tanto que notaba mi humedad sin tocarme.
No se cómo llegamos a la habitación, pero una vez allí, ambos se centraron en mi. Mientras mi marido me penetraba, ella excitaba mi sexo con sus manos sin dejar de besar todo mi cuerpo. Iban acelerando ambos el ritmo hasta hacerme estallar de una forma increíble. Tanto que me dejaron exhausta durante unos segundos. Las piernas me temblaban y la respiración era muy agitada.
No paramos hasta satisfacernos varias veces los tres.
Fue uno de los mejores polvos que he tenido en mi vida. A ella…la invitamos a cenar cada mes.
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