Sexología

MICRORELATO ERÓTICO 17

Los lunes son pesados para todos, pero después de un fin de semana de trabajo sin parar… todavía se hace más cuesta arriba un lunes. Hoy no es un lunes más, hoy es Sant Jordi en mi ciudad. Me encanta leer, sobre todo historias llenas de intriga, pero con romance incluido.
Soy bastante romántica, pero no me gustan las “pastelosas” de príncipes o hombres cachas, que van a rescatar a la princesa. Yo prefiero rescatarme a mí misma, a que me rescaten. Aunque me ha pasado todo lo contrario.

Trabajo en unos grandes almacenes y somos más de 1000 empleados. Evidentemente siempre entran y se van muchos, entonces nunca nos acabamos de conocer todos. También es imposible coincidir con todos. Yo siempre me junto con los de mi sección, aunque cada semana nos hacen rotar entre otras secciones para que aprendamos y no nos estanquemos.
Hace una semana que me cambiaron a una sección dónde no había estado todavía.
Al principio fue un caos, pero todos me ayudaban a solucionar los pequeños problemas que pudiese tener trabajando, todos menos uno. Oriol siempre me ponía cara de póker, y nunca me prestaba su ayuda, al revés, cuanto menos coincidiera conmigo mejor.
Cuando parábamos a comer, siempre me tocaba con él, pero nunca hablaba conmigo. Yo no entendía que le pasaba, pero intentaba  dialogar con él, conversar un poco. Era imposible, siempre respondía con monosílabos y con un tono de: “no me apetece hablar contigo”.
Así que decidí pasar de él, no iba a obligarle a hablar conmigo. No sé que tenía, pero esa indiferencia me hacía fijarme en él. Pero iba a dejarlo ya, no quería conversaciones forzadas, no quiero perder el tiempo.

Hoy me ha pasado algo que nunca me había pasado, he llegado al trabajo y me habían dejado en la taquilla una notita que decía: “porque las grandes aventuras empiezan con un misterio”.
Y misterio sí que había porque no sabía quién me había dejado aquella nota. Estuve observando y pensando quién podía haberlo hecho. Mi ex descartado, sobre todo porque terminamos bastante mal. Y no tenía ningún rollito ahora, así que no sabía quién estaba tras esta misteriosa nota. Dejé un momento mi sección para ir al servicio, y cuando volví, tenía una rosa encima de mi caja que decía: “Feliç Sant Jordi”. La cosa se ponía más interesante aún. ¿Quién dejaba estas notas?, ¿me estaban observando?, ¿por qué hoy? Todo eran preguntas para las que yo no tenía respuestas. Pero estaba intrigada por saber quién se escondía tras estos mensajes.

Paramos para comer, y al volver a mi lugar de trabajo, encontré un regalo envuelto con otra nota. Al abrirlo había una especie de libro en blanco, como una libreta, que ponía en la portada: “escribamos nuestra propia historia”. Junto a este, había otro libro, “pídeme lo que quieras”. Libro erótico que me encanta, me ponen todas esas cosas que hace la protagonista.
Estaba impactada, era romántico y sensual, y esto me estaba excitando. No sabía si iba a recibir más notitas, pero la excitación de la situación, la intriga y el romanticismo, me estaban haciendo ponerme nerviosa.

La tarde terminó sin más notitas, yo esperaba alguna que me dijese quién era, o me diese pistas, pero nada. Así que me disponía a irme a casa cuando, de repente, noté que alguien me estaba siguiendo. Me giré y allí estaba Oriol. Pasé de decirle nada, así que seguí caminando sin prestarle mucha atención.
Cuando estaba a punto de subir a mi coche, me llamó. Me giré y le miré con la misma cara que él siempre me miraba. Me preguntó si me habían gustado sus regalos. Me quedé sorprendida, no sabía que decir ni que hacer. Sin pensarlo ni un segundo me besó. Me dejé llevar y nos fundimos en el beso. No podía creer que esto me estaba pasando a mí,
Él me dijo que llevaba tiempo esperando esto, que llevaba tiempo observándome y le encantaba. Yo le dije que creía que yo le caía mal o que no quería establecer amistades en el trabajo.
Me invitó a cenar, y aunque no sabía si ir o no, decidí que ¿por qué no? Estuvimos charlando tranquilamente durante la cena. Descubrí que teníamos más cosas en común de las que me imaginaba. Empezó a gustarme como sonreía, como me miraba… no sé que me estaba pasando, pero la magia del momento me estaba gustando tanto que hasta me excitaba.
Descubrí su lado más sensible, pero sobre todo, dejó entrever su lado más sexy.

Salimos del restaurante para irnos a casa. Le llevé a la puerta de su casa y allí me volvió a besar. Esta vez el beso era distinto, las copitas que nos tomamos hicieron que fuesen más ardientes y húmedos. Me sentía húmeda. Así que me acerqué y le susurré al oído: “pídeme lo que quieras”. Empezó a besarme el cuello, morderme en la oreja. Bajaba lentamente mi cuello llenándome de besos mientras me acariciaba con la mano. La calentura iba subiendo, y no nos dejaba movernos de allí. Me quité como pude la ropa y me senté lentamente encima de él. Su miembro entraba y salía lentamente, suavemente. Él besaba mis pechos sin parar de penetrarme hasta el fondo, con movimientos lentos pero profundos. Yo no dejaba de tocar su cuerpo, su pectoral, su cuello… Cada vez estaba más caliente y quería más, y más rápido.
Él puso su mano entre mis piernas, quería acariciarme el clítoris mientras me penetraba. Sus dedos habilidosos me acariciaban de arriba abajo sin parar. Yo estaba tan caliente que estaba a punto de explotar.  Aceleré mis movimientos. Esto junto a sus dedos me hicieron explotar de placer.  Grité tanto, que los perros de sus vecinos se pusieron a ladrar.
Nunca olvidaré este lunes, en el cual , no fui sólo rescatada de el rumbo aburrido de mi vida, sino que yo le rescaté a él.

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